Campanadas

Hace mucho tiempo que sé de un alcohólico que únicamente deja de beber cuando canta y lo triste de ello es que sólo hoy, el último día del año, me doy cuenta de que su vida es la historia de amor más bonita que conozco.

Confesiones

Para escribir hay que tener algo que decir. Y yo no tengo nada—que decir tampoco—.

Recuerdo que antes tocaba este teclado cuando la canción más triste del reproductor era la banda sonora de mi día a día, que lo tocaba porque había en mi una tristeza plena que tenía que canalizar por algún lado... Y ahora ya no es plena. De hecho, ahora yo ya no soy plena porque juego entre ser extremadamente feliz y herirme con el extremo más triste. Y así, a medias entre el 'Me quiere' y el 'No me quiere', no se puede hacer, ni decir, absolutamente nada.

Manos.



Él me dijo un día que las manos no le impresionaban. Que sus manos no le impresionaban, y entonces me ofendí. ¿Cómo no iban a hacerlo? Grandes, tan llenas de historias como de cicatrices... De verdad os digo que nunca me entendió cuando yo le decía que con solo pensar en sus manos podía romper a llorar a la vez que morir de placer, no entedía cómo es que sólo un roce podía convertir el mármol en carne. 

Yo sí sabía de su mágia. Pero a pesar de eso decidí dejar de mencionarlas porque notaba que a veces mi corazón dejaba de latir si sus dedos índice y pulgar no le pellizcaban despacito de vez en cuando.




<<Me niego a pedir disculpas por ser una zorra y escribir sobre ello si consigo que una chica en este país no se siente en un cuarto oscuro y diga "quiero morir" mientras la gente le llama puta.>>

Aquí: 

(Sin grandes títulos)

No sé qué tipo de vida sería si no tuviese frío en pleno mes de Julio. No sé que haría sin escribir, con la excusa de calentarme las manos con el calor del portátil. Tampoco sé qué haría sin ti, a pesar de que ya sé que no te tengo...
Supongo que la cuestión es que me niego a aceptar la realidad. Mi realidad. Me niego a ver que realmente estoy un poco sola y despeinada, que ya ni me gustan las mismas cosas que amaba hace un mes y que lo cierto es que pienso muy a menudo que debería mandar mis ganas de hacer el amor de vacaciones. No sé, quizá a Barcelona o a Cancún. A algún lugar de esos que tienen mágia sin ser películas Disney, ¿Sabéis a qué me refiero? Pero nunca lo hago. Es como si me escondiese, pasando siempre por el pasillo de los productos de limpieza, sabiendo que es el menos transitado del supermercado y que ahí siempre huele a limpio; no como en mi alma. Luego compro cruasanes rellenos de chocolate y me los como de vuelta a casa, pensando que 'ojos que no ven, calorías que no existen' y así con todo. Y así contigo. Te muerdo despacito pensando que si esta vez no te quejas no necesitaré más excusas de esas que sigo inventando desde que me conociste sin querer en un bar que ni me gusta, tomando vino que sabía a corcho y con el carmín comido por las palabras. Todo una telenovela, yo sé.




Siete.


<<Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si 
saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta 
cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca
que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida
entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano en 
tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu 
boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.
Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al 
cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y los ojos se agrandan, se acercan
entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas 
se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas
la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene 
con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu
pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como
si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de
fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un
breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. 
Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar
contra mí como una luna en el agua.>>

Julio Cortázar.- Rayuela 

Yo quiero un Nicolas Cage en mi vida, aunque sólo sea para un guión...


<<¿Eres deseable? ¿Eres irresistible? Si bebieras conmigo bourbon. Si pudieras sentir el picante de tu boca al besarme y sentir tu cuerpo desnudo, oliendo a bourbon mientras follamos... ¡Me vendría bien! Y así aumentaría mi estima por ti. Si derramaras bourbon sobre tu cuerpo diciéndome 'Bébete esto', si te abrieras de piernas y el bourbon fluyera por tus pechos y tu coño y dijeras 'Bébetelo', entonces podría enamorarme de ti porque entonces tendría un motivo para limpiarte y eso, ¡Eso! Demostraría que sirvo para algo.
Te lamería entera, para que pudieras irte a follar con otro.>>

'Leaving Las Vegas' 

Necios...

Hoy, a las 11:34 a.m., en este caluroso 10 de Julio del 2013, he llegado a una conclusión: Los humanos hemos asesinado el infinito. Y con ello nos hemos anclado los tobillos al paso del tiempo. Inventando las horas, los días, los meses, los años... Limitándonos así a una medida y, ¿Para qué? Nos hemos fallado. Porque si lo pensamos sin tiempo no seríamos ni viejos, ni jóvenes. Ni 'se nos pasaría el arroz', ni sería jamás 'demasiado pronto'. Seríamos simplemente 'personas' si no nos hubiésemos auto mutilado de esta manera.
¿Quién necesita tiempo? ¿A quién le gusta llegar tarde? ¿Realmente alguien ama esperar? Yo, desde luego, no. Pero a dónde quiero llegar es a hablar sobre la sangría que hemos montado con 'el infinito'; ¿Qué nos habrá hecho para acabar así? Encerrado bajo una tapa de cristal que no se raya y apuntado eternamente por tres varillas, callando sus gritos de socorro bajo un molesto y caótico tic-tac... ¡Ay, lo que daría yo por ser infinita! Por no esperar a las 7:30 para poder comerte la boca, ni saber que en poco tiempo vas a desaparecer...

¡Como si no fuese suficiente el Amor como para encima inventar el Tiempo!


"Las mujeres se enamoran por lo que oyen, los hombres por lo que ven... Por eso las mujeres se maquillan y los hombres mienten."

Os cuento un triste...


¿Conocéis el origen de la sonrisa?

Hace ya mucho tiempotanto que ni siquiera sabría aproximar—existió una mujer tan triste, que cada vez que pasaba cerca de uno de esos músicos de calle, éste desaprendía cualquier canción de amor y sólo podía tocar melodías fúnebres. Lo mismo les pasaba a los poetas; ya nadie supo amar. Nunca. Ninguno de ellos volvió a escribir un ‘te amo’ e incluso dicen que ella mató al último bardo con una de sus miradas enmarcadas en nubes (Yo no lo sé, no lo confirmo, porque sería cuestionar a los que ahora presumen de sus rimas...). El caso es que ella era cortesana; una hetera de la antigua Grecia, la puta más cara de Madrid... Cómo queráis. Y recorría bares, posadas y mercados buscando hombres dispuestos a llorar y pagar por sus servicios.

Mientras tanto, al otro lado del pañuelo, contaban que vivía un hombre que lo tenía todo. Él era feliz. Y se le conocía porque era de esos tipos que siempre sabías dónde andaba bebiendo cerveza porque su risa estridente resonaba a kilómetros.
Bueno pues, como todos sabéis, cuando una persona lo tiene todo sólo vive para poseer aquello que los demás desgraciados dan por imposible, aunque realmente no exista o ni siquiera le haga falta; la solución a la muerte, el iPhone 7, la única puta triste que en vez de ladillas te pegaba su desgracia...

Y la hizo llamar.

Tras un largo viaje, ella apareció en aquel bar en el que ese hombre feliz reía junto a sus amigos. Se acercó ytras hacer callar a toda la mesa con su bella presencia—le posó su fría mano sobre el hombro y le hizo saber que le esperaría en una de las alcobas de la posada del pueblo.

Él llego a la cita más pronto que tarde; excitado por la emoción de añadir a su lista absoluta el nombre de esa tristemente famosa cortesana. Reía por la gracia de su propia fortuna, mientras se aflojaba el cinturón y hacía salir sus pies de sus botas de cuero. Entonces, entró ella.
La tenue luz del candelabro se hizo más tenue aún, si cabe. El calor de la chimenea de la esquina dejó de calar en la piel, para dejar paso a la humedad que ahora sucumbía a través de las ventanas por la lluvia que ahora empezaba a conquistar el oscuro callejón. Y ahí pasó todo:
Se dispuso a comenzar con su ritual cuando nació cierta tensión en aquel cuarto... ¡No podía ser cierto! Cayó en la cuenta de que entre la dicha y el perfume caro de ese idiota no había amor que destruir, ni ilusiones que romper, ni sueños que matar. En él no había nada. Nada que su vestido gris—ahora tirado a su alrededor sobre el suelo de madera—pudiese acongojar...
Lo miró sorprendida y asustada, y no pudo hacer más que sollozar profundamente. ¿Aliviada? No lo sé. Quizá sólo estaba intentando aprender a no sufrir. Lo aprendía en ese justo momento...

Él la estaba observando. Sus juguetones dedos dejaron de girar la copa de vino que aguantaba entre los dedos y—sin dejar ni un solo segundo de mirar a su desnuda sierva gris—se levantó del sillón para dar los tres pasos que separaban a Tristeza y a él, Júbilo. Le puso su gran mano sobre la tez y notó algo extraño en su propio pecho; algo le estaba faltando al hombre que lo tenía todo: YA NO REÍA. Ahora sus ruidosas carcajadas se reducían a una leve franja entre sus labios. Una extraña curvatura que no sabía controlar; que estaba ahí y desaparecía, y volvía, y desparecía de nuevo...
Tristeza pasó dos dedos por los labios de aquel necio; se sentía divertida. Sin saberlo, claro. ¿Cómo iba a divertirse un alma en pena? No sé, ni ella tampoco, ya os digo. Pero la misma curva tonta se tatuó sobre su desalentada boca.


Bueno, no voy a entrar en detalles... Sólo queda decir que, a partir de aquella noche, los poetas aprendieron a escribir sobre amor sin morir en el intento y los músicos callejeros tocaron canciones de desamor mientras las parejas bailaban abrazadas en medio de la plaza. El mundo se volvió loco; las personas aprendieron a estar felices aun teniendo razones para no serlo, y los felices incluso lloraban a veces. Todos sonreían. ¿Y qué podía pues, ser la sonrisa, si no el son de un sollozo y una risa?

Chicas tranquilas y limpias con lindos vestidos.

<<Necesito una buena mujer,
necesito una buena mujer,
más de lo que necesito esta máquina de escribir,
más de lo que necesito a mi auto, más
de lo que necesito a Mozart.
Necesito tanto una buena mujer que
puedo saborearla en el aire, puedo sentirla
en la punta de mis dedos,
puedo ver veredas construidas
para que sus pies caminen,
puedo ver almohadas para su cabeza,
puedo sentir mi risa que espera,
puedo verla acariciando un gato,
puedo verla durmiendo,
puedo ver sus pantuflas en el piso.
Sé que existe
pero, ¿Dónde está ella en esta tierra
mientras las putas continúan llegando?.- >>


—Charles Bukowski. 

Perra vida.



Esto Bukowski tampoco lo escribiría así. 
Aunque admito que yo solita me he buscado que me trates como a tu perra; esa única necia que espera junto a la puerta a que vuelvas de comprar tabaco. Y ni siquiera me gusta que fumes. 

 Me paso los días olisqueando el aire que entra por debajo de la puerta de la entrada y huelo de todo menos a ti; la cena de la vecinaDios sabrá qué será eso que la señora echó en su cazuela—, esa rata que murió hace unos días debajo de las escaleras del portal, la mierda que alguien pisó y limpió de su zapatilla en nuestro felpudo... La verdad es que nunca me ha gustado esperar. Lo odio. Hasta juraría que lo detesto si no fuera porque cuando llegas se me olvida.


 Si es que llegas, claro.


Ya que últimamente lo único que noto es que me sonríes y me abandonas con la misma frecuencia, y no sé si eso me gusta—aunque sé que tú crees que sí, ¡Cómo no! Siempre que leo tu nombre el meneo de mi cola pasa a ser un metrónomo que se dedica a medir el tiempo y la velocidad con la que tocas a la puerta. Y no, estúpido, no estoy creando ningún drama sentimental. Te explico: Lo mejor de los animales es que hacen creer que te quieren incondicionalmente, mientras la única y triste verdad es que viven atados a ti por la necesidad de un cobijo, comida y algo de mimos. Qué asco de verdad. Pero gracias a ella es por la cual te chupo los dedos en vez de morderte la mano; porque me das de eso: Me alimentas. Me sacias de ti y no puedo evitar echar de menos la saliva que me da de beber. No sé si me entiendes...

Bukowski también tuvo una perra, ¿Sabes? Una perra que aparentemente le amaba y esperaba tumbada en la entrada a que él volviese de alguna de sus borracheras. Y el maldito viejo la abandonó. Sí. Porque estaba tan falto de amor que pensó que si la abandonaba al menos habría alguien en el mundo que le echaría de menos. Tan sabio como estúpido. Y ella le olvidó. La perra, digo. 


A donde quiero llegar es a hacerte saber que me encantaría follar contigo a todas horas; acogerte entre mis piernas cuando el mundo se te haga pequeño y te ahogues incluso en tu jarra de cerveza. Sería un placer decirte por teléfono lo mucho que echo de menos tu polla cada una de esas veces que me llamas a causa de algún arrebato que aún no logro entender. Pero creo que por mucho que me guste lamerte y notar esa inquietud en la tripa mientras subes los escalones; yo no soy de esas. Ojalá, de hecho. Estaría bien. Pero a diferencia de la cachorra de Bukowski; yo sólo puedo esperar tu vuelta si además de tabaco, tus problemas y borracheras traes algo para mi. Lo que sea, de verdad. Puedes pincharme con tu barba de tres días, sonreírme y regalarme ese hoyuelo. Puedes recomendarme una película o contarme lo mucho que te ha gustado un libro. Puedes darme silencio. Puedes odiarme. Pero, por favor; no me hagas sentir más abandonada de lo que ya lo estoy. O al menos utilíza mi necesitadad a tu antojo sin que a mi me duela.



Gracias.







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<<Chinaski, el gran amante. Si yo fuera un hombre de verdad, pensé, la violaría, le prendería fuego a sus bragas, la obligaría a seguirme por toda la superficie del planeta y haría que se le saltasen las lágrimas con mis cartas de amor escritas en fino papel de seda de color rojo.>>





Chin, chin.


Y después de mucho cavilar por recuerdos e imaginarnos sin censura, me salió el alma por los poros exigiendo verte de nuevo, ¿Sabes? Tal y como suena. Hacerle caso sería un disparate; un 'dispárate en la sien' susurrado al oído por el miedo al rechazo. Entonces lo supe: Sólo me entenderías si subieran los grados, y pensé en mandarte mensajes en botella pero, ¿Qué hay más etílico que mi piel?


Ven a (be)verme.

DECEPCIÓN s. f. Pesar causado por un desengaño o una desilusión.

 Yo sí que os voy a hablar de decepciones...

Decepciones de verdad, como la que acabo de sufrir ahora, mientras escribo e intento comer cereales con fruta. Odio la fruta deshidratada. La odio mucho. Pero me encantan estos cereales que comía sin dejar de mirar a la pantalla, y entonces ahí se me cayó el alma al suelo: Me comí un trozo de mango deshidratado. ¡Qué decepción! Más que asco, os lo juro. Empecé a cambiar de cara y encima no pude escupirlo porque tengo a mi madre al lado. ¡Oh, joder! Doble decepción al tener que tragarme este mango deshidratado y asquerosamente dulce. Ogg. Menos mal que ya pasó y pude tomar un gran trago de café amargo. Eso lo cura todo. Prometido.

Otra decepción que también me pasa a menudo es la de las gafas de Sol, ¿Sabéis de qué os hablo? De cuando sales de trabajar, tus ojos escuecen por culpa del rimmel y el cansancio. Llevas un bolso grande. Vale. Primera decepción al tener que pararte, apoyarlo sobre tu rodilla—quedando así en una postura nada provocativa—y rebuscar en cual pajar para encontrar el estuche de las gafas. Uf, por fin. Después de sudar a gota gorda y decepcionarte porque ahora notas como el sudor baja por tu espalda, retomas tu paseíto sexy mientras te dispones a abrir el estuche de las gafas, esperando ocultar tras ellas tus días de mierda y... ¡Sorpresa! Tus cristales blindados contra el mundo se quedaron en otro bolso. Decepción. Decepción es eso.

 Decepción es querer, poder y no deber hacer algo. Decepción son las aceitunas que creíste sin hueso. Decepción, también, son las toallas que cojes para secarte y resulta que aún están mojadas de la vez anterior. Además de terriblemente mojadas y apestosas; frías. Doble decepción.

Decepción es que te baje la regla antes de un concierto. Decepción es no poder saltar al ritmo de la música hasta que se te caigan las bragas, porque igual te desangras y mueres. Decepción es no llegar al orgasmo,  o que no se abran las palomitas en el microondas. Decepción es correr hasta el autobús y que se largue cuando ya le ves la cara al hijoputa del conductor. 

Decepción, decepción y más decepción.

Igual algún día me levanto y lo primero que hago es decepcionarme. Aunque, ¡Esperad! Ya me ha pasado, claro. Me levanté y comprobé que el alcohol evoluciona en resaca. Sobre todo el tequila. Uf, qué resaca. Y lo peor es que le dije que le quería. ¡Al tequila no! Pero ojalá se lo hubiera dicho al tequila. O al limón. O al bote de sal. Pfff... Decepcionante. Por eso me levanto y miro el móvil a pesar del dolor de cabeza y... ¡Más sorpresa! Ni un mensaje. Ni un WhatsApp de esos. NA-DA. ¡Y le dije que le quería! Soy una decepción decepcionada y resacosa, viva la redundancia. 

 Decepción es estar poniéndote tus medias favoritas y al llegar al final rajarlas con la uña. Decepción es no encontrar bragas de follar justo cuando sabes que vas a follar. Decepción es no follar cuando pensabas que ibas a follar. Decepción es follar y que no resulte ser como pensabas.

La decepción en sí es eso; una decepción.







Monólogos de dos corazones que no sabían cómo hablar sin amar, y viceversa.


Le miro, y parece tan frágil.

La miro, y parece tan frágil.

Duerme, y me entran estas locas ganas de enlatar cada uno
de sus suspiros. Por si caduca.

Sueña, y me sobran razones para enjaular a todos
sus pájaros. Por si despierta y no están.

¿Qué haría él sin mis delirios?

¿Qué haría yo sin sus delirios?

Probar la Paz con cucharitas de té. 

Recordar lo mucho que odio lo dulce 
sin este contraste amargo de su sonrisa triste.

Qué triste. 

¡Ay!...

Me quiero quedar. Pero no puedo.

Quiero que se quede. Pero no debe.

Me voy.

¿La amarro?

Me espero. De todas formas aún duerme...

Me espero. De todas formas aún duerme...

A ver cómo le abrazo para que no despierte; así. 

A ver cómo la beso para que no despierte; así.

¡Ojalá no sepa que le estuve mirando mientras dormía!

¡Ojalá no sepa que la estuve amando mientras dormía!


Silencio.


Fragmentos. Vol. I

<< Cuando yo era niña siempre me imaginaba cómo sería o dónde estaría o qué sería de mayor. Ya sabes, los sueños normales: que tendria una casa, una familia, y cosas así...
¡No es que me esté quejando ni nada de eso! Porque la verdad es que tengo un gato, un apartamento, un mando a distancia que manejo yo sola—lo cual es importante—. Sin embargo, nunca he conocido a nadie con quien poder reírme.

¿Tú crees en el amor a primera vista? No, seguro que eres demasiado sensato para eso...

¿En alguna ocasion has visto a alguien y has sabido que si esa persona te conociera bien, seguro que abandonaría a ese modelo perfecto con el que estuviera y comprendería que tú eras el único con el que quería envejecer?

¿Te has enamorado de alguien con quien nunca has hablado?.. >>


~ Mientras dormías.

Desordeno mi interior, destrozo mi alma y mis rodillas; te pierdo...

...y me busco; me busco en cada armario empotrado de esta fría casa. Y encuentro zapatos viejos que hace mucho que no veía, y fotos rotas que hace mucho que no me probaba y mil y un vestidos que hace los días que te fuiste que no recordaba.

Porque a ti si te recuerdo, ¿Sabes? Y te veo, y te pruebo y te vuelvo a recordar mucho, muchísimo. Tanto que hasta me tuerzo el tobillo cada vez que, rebuscando entre lino y cachemir, el filo de tu sonrisa polaroid me hace perder el equilibrio.


Tápate los oídos para escucharme con el corazón; quizá así sí nos entendamos...

Tenerte cara a cara, hablándome de corazones, té y otros vicios y pretender disimular las ganas de besarte es tan imposible como aguantarse el grito al notar que tu cuerpo cae al vacío; sin posibilidad de agarrarte a una rama.

Y así me sentía: indefensa por no poder abordar toda aquella catarata de palabras a causa de tener la mente atrapada en tu boca.
No quería que me recordaras por lo torpe y tonta que parecía en ese momento, ni mucho menos por lo bien que beso. Tampoco por lo frías que eran siempre mis manos; quería más. Por ello, cuando noté que el precipicio se acababa y que la única rama que me podía salvar era tu cuello, me amarré a ti. Y te callaste, supongo que sorprendido por mi arrebato; ese que hizo que tus palabras entrecortadas chocasen directamente sobre mi boca.

Nos miramos a los ojos unos instantes, y tras darme cuenta de que mi susto era aún mayor que el tuyo; te besé.

La frente, el párpado, tu mandíbula... Recorrí cada una de tus facciones por el mero placer de entenderte; tu ceño eternamente fruncido, tus cejas preocupadas y atentas, tus ojeras tristes; tu sonrisa apagada.
Intenté buscar de ese modo el secreto para romper el hilo que hacía de ti una marioneta triste, cuya pena crónica estaba atada a los cambios del tiempo.

Entonces noté como tus manos se relajaban sobre mi espalda, y como tu pecho te pedía a gritos estar un poco más cerca del mío; como tu calor me invitaba a pasar, sin necesidad de quitarme los zapatos... Como, poco a poco, me dejabas conocerte.


...

Quizá medio mundo se haya enterado de lo que esa noche dio de si. O no. Pero fuese como fuese ésta es la parte que más me gusta, ¿Recordamos?:

— Todo esto no debería ser tan fácil, ni tan rápido...
¿Qué es 'todo esto'?
Tú y yo.
Jajajaja... ¡Tú y yo no somos nada!
— Esa doble negativa llena de dudas una mente como la mía...
Simplifico: Entre 'tú' y 'yo' no hay nexo. Eres tú. Soy yo.
— Vale, bien. La parte léxica me queda clara; ahora dime qué sientes.
¡Vértigo!
— No te hagas la tonta, sabes de lo que te hablo.
Pero decírtelo sería ponértelo demasiado fácil...
— Pues complícalo, ¡Tú eres experta en eso!
Hmmm... Ну ладно, ты сам этого искал: Я горю. И не только от твоих рук; твои слова, губы, твой голос... Всё что я боялось исполнилось: пока твоё дыхание падает на мою кожу, я живу. Ну я не знаю что будeт когда, на станции, ты отпустишь мою руку.
Я не хочу этого знать. Я боюсь... Просто и по-настоящему боюсь.
И не смотри так на меня! Я только ищу как сказать тебе что ты не должен меня любить, и я тебя не должна вспоминать. Что мы не должны смотреть друг на друга после того как ты отпустишь мою руку на вокзале... Что нам просто надо жить дальше, и только видится когда в сердце становится совсем хренова.

...
Pff... Mira, te decía que...
— Calla. No me digas más. El tono de tu voz me ha estado volviendo loco desde que has comenzado tu largo y un tanto caótico monólogo... Me has embriagado.Estoy borracho, ¡Sonrío! Y sé que mi corazón no necesita diccionarios ni traductores para saber que un 'no quiero sufrir' es el prefecto resumen a tus palabras.