Desempolvando viejos borradores...

Ojalá aprender a describir sus dedos hundidos en mi boca. 
Vaya obra de Arte tal humedad, vaya caída mortal tal drama...


Creo que voy a volver. Bajito. Muy bajito. Para que sólo me oigan subir las escaleras aquellos que estuvieron todo este tiempo escuchando mi silencio.

Os empezaré confesando que odio cocinar pero que, a pesar de eso, ahora canto canciones descalza en la cocina mientras hago tortillas de patata y cebolla. ¿Lo increíble? Ya no me lloran los ojos. 

Por lo general, he pasado a dedicar mi vida a recordar el francés que aprendí hace años, a ahorrar para billetes que me salvan la vida una vez al mes y, sobre todo, a enamorarme. Me he comprado unos leggins, también, y he decidido que a partir de ahora no moriré más, que estoy cansada, y que lo mejor que puedo hacer con todo esto que me ahoga es dejar que lo haga... Para que él aparezca en la estación a las 14:35 aproximadamente y me reviva con uno de sus besos en mi hoyuelo

A parte de eso, lo único que sigue igual es mi gato y nuestra tristeza gris que espero que no acabe nunca. Ya apenas tomo café y de Madrid ya no sé nada; sólo a veces se pasa por mi tundra a contarme lo feliz que está estando tan lejos. 


Eso me gusta. 



5/2014