Borradores


'Cuando me voy de un sitio me gusta darme cuenta de que me marcho. Si no luego me da más pena todavía.'
 Y donde Holden dijo <<sitio>>, yo digo <<persona>>.


Sé de sobra que cuando abandonamos ese lugar en el que hemos pasado cierto tiempo, siempre nos olvidamos algo en él; las gafas de ver, el pasaporte, la ropa sucia, las bragas...—o, como en mi caso, un consolador rosaPero lo que nunca me ha quedado claro es cómo conseguimos dejar un recuerdo (o destrozo) dentro de esa persona que nos ha estado mirando a los ojos durante tan solo unos minutos. ¿Quizá manchamos de barro el suelo de su alma? ¿O tal vez nos dejamos el grifo abierto? No lo sé. Y, sinceramente; me acojona.
Me da miedo pensar que podemos provocar tanto, que podemos dejar tanto, que podemos romper tanto... Y nada físico. Nada que los cachibaches del Leroy Merlin puedan arreglar, ni siquiera las tiritas del Ikea.

Lo sé por experiencia: La última vez que alguien estuvo dentro de mí (pero dentro de verdad) me rompió el himen, las bragas, la cremallera de la falda, la confianza y el corazón. Y si os soy totalmente sincera; duele. Mucho.